Martes 7 de Octubre de 2008
Sala Mephisto
El nombre no engañaba, era un reducto heavy la sala que nos había dado sita esta noche. Uno de esos lugares de mala muerte, calor y humedad. Uno de esos lugares a los que todos estamos acostumbrados. Un grupito de unos diez skinheads en la puerta, un par de heavys cortando los tickets y para de contar. Entro y no más de diez personas hay ahí adentro, no más de diez personas contando a la gente que trabaja ahí. Atrás está el clásico puestito con merchandising de las bandas, le hecho una mirada. Gran cantidad de remeras de Stigma, con esos diseños ya vistos y super vistos relacionados al movimiento skinhead (lease botas, crucified, etc.), alguna remera con el clásico logo de The Business y unos CDs/Eps, uno de Stigma y otro de los Business, veo la lista de temas y parece que solo son reversiones de clásicos de la banda, nada nuevo. Pero en la foto de la portada las caras no son conocidas. Obviamente no falta Micky Fitz, pero los otros rostros no se me hacen familiares, o engordaron o algo anda mal.
Y ahí en el puestito está un tipo que me suena de algún lado. Claro, es Mike Gallo, bajista de Agnostic Front.
Me voy a la barra, me pido una cerveza. La gente empieza a entrar tímidamente. Había otra banda más anunciada, pero ya pasaron las diez y aún nadie subió al escenario. Parece que empieza Stigma. La banda que, desde su nombre, parece alimentar el ego de Vinnie Stigma. No podemos negar que Vinnie Stigma es una leyenda del New York Hardcore, si las hay. Guitarra de Agnostic Front, una de mis bandas favoritas. Mis espectativas estaban ahí, que hará el viejo y querido Vinnie?
Empieza a sonar un hardcore old school, me sorprende que Vinnie no esté en la guitarra. Se me hace dificil imaginarlo sin una guitarra colgada. Y después de unos acordes entra en escena, parece que al también le resulta extraño verse sin una guitarra. Da un poco de pena ver a un tipo así tocando para unas treinta personas que conforman un público que le presta poco y nada de atención. Vinnie Stigma se mueve cargando el peso de los años. Un pantalón de corte juvenil, una camiseta negra ajustada que realza su barriga y un sombrero a lo Alex es el vestuario que por momentos lo deja en ridículo. Tira algunos golpes al aire, pone cara de malo, se ríe, se agita, se le corta el micrófono. Intenta llenar el escenario, pero no lo logra. Dedica algún tema a las latinas que están en la barra, se divierte y divierte.
Mike Gallo está en el bajo, a los otros tres no los tengo. Mike le pone toda la garra, salta, grita, se come el escenario de un bocado, si se lo propone. Creo que sería más justo que la banda se llamara StigmaGallo, pero el nombre no sería muy marketinero que digamos. En realidad la banda me desilusiona un poco, como ya lo había hecho el proyecto solista de Roger Miret. Esperaba temas más gancheros, más en una línea punk rock, oi! music. Pero es un hardcore oi! sin nada nuevo que contar. La banda no promete, pero cumple.
Cuando se retiran alguien del público grita “Stigma for president” y este alza sus brazos, victorioso, agradecido.
Ahora viene una espera de casi una media hora, no entra mucha más gente al lugar, me sorprende la poca cantidad de público. Un gordito está en el escenario acomodando los cables, me imagino que es un stage, un asistente. Pero no lo es. Suena algo de música disco y arriba del escenario hay tres tipos totalmente desconocidos para mi. Es The Business, suena Real Enemy, aparece en escena Micky Fitz, está viejo, pero intacto. Un clásico detrás de otro hasta que se dan un respiro y Micky Fitz empieza a dialogar con el público, un público que no llega a las cien personas. Harry May, Guiness Boys, Smash The Disco y el clásico oi! oi! oi! que precede a Suburban Rebels son de los más coreados por la gente.
Los años sobre el escenario le dan una presencia indiscutible, no necesita hacer nada para demostrar que está ahí, que es Micky Fitz. Se pone el micrófono en el bolsillo trasero, se prende un cigarro, toma agua. Sí, agua, agua mineral, los años no vienen solos. Pero su voz no conoce de altibajos.
La nueva formación suena bien, ajustada. Yo esperaba que por lo menos esté el violero original, que es toda una institución. Pero, dejando de lado el sentimentalismo, la banda suena. Reversionan algunos temas llevandolos a una velocidad mayor, haciendolos un poco más largos. En eso Micky aprovecha y se va, sale del escenario por unos momentos.
Sabe que a las doce el transporte público se paraliza, canta mirando el reloj. Sabe que la working class no tiene otra forma de llegar a sus casas. Así que antes de las doce están terminando el show con el clásico Drinking And Driving.
Recuerdo cuando los vi en Inglaterra, hace siete años, terminaron con este tema y arriba del escenario había más gente coreandolo que la que esta vez conforma la totalidad del público.